Entre 1850 y 1950, el teatro musical español, en sus diferentes géneros (zarzuela, sainete, revista, comedia….), fue un artefacto cultural de gran popularidad, que podía reforzar discursos hegemónicos pero también tenía potencial transgresor. La música (unida al gesto, la imagen, la coreografía y la escenografía) era un mecanismo de persuasión, ligado al placer y las emociones y, por tanto, fundamental en la construcción de identidades nacionales y de género, constantemente negociadas. A partir de 1920, mientras se construía cuando se consolida una cultura popular, las nociones de modernidad, alteridad (exotismo) y transgresión se relacionan con los ritmos americanos y latinos, mientras los ritmos castizos (pasodobles, chotis, bulerías, etc) reforzaban elementos etnosimbólicos nacionales. El teatro cómico musical produce centenares de obras híbridas de gran atractivo para el público. Al mismo tiempo, en el cine mudo y luego en el sonoro a partir de 1930, estas bipolaridades, hibridaciones y mitos populares funcionan del mismo modo, mientras se negocia con la modernidad. Durante la segunda república española, el género cinematográfico fundamental fue la comedia en todas sus variantes, con mucha música. Tras la Guerra Civil, la dictadura de Franco se enfrentó a la resignificación política del populismo, a través de la copla y el cine (sobre todo el musical folklórico y la comedia).

 

 

Compartilhe!

Apoiador